Entender su mundo

Dentro del ambiente familiar conviene cuidar las relaciones conyugales, que deben ser siempre jugosas, no secas, no rutinarias; llenas de ilusión, que deben aumentar con el tiempo; conviene cuidar las relaciones entre los hermanos, esforzándose para que siempre haya una verdadera unión entre ellos; conviene atender mucho el mundo de los pequeños, «su mundo», que no es el nuestro, y no sólo atenderlo, sino respetarlo y cuidarlo: sus juegos, sus pequeñas preocupaciones, sus tics infantiles, sus problemas escolares, etc., deben tener un relieve dentro de la vida familiar. No pueden quedar relegados a segundo término, a cosas sin interés, porque así los chicos se encontrarán desplazados de nuestro mundo, del mundo de sus padres, y se iniciarán las incomprensiones, que acabarán desembocando en la evasión, de la que tanto se quejan los padres actuales. El ambiente familiar deberá estar cuajado de comprensión para la adolescencia, ayudando a los hijos a esta edad, en vez de ponerles trabas, haciéndoles entender de verdad nuestra amistad, exenta de egoísmo, dándonos a ellos con mayor generosidad que la que supone darles dinero, ropa o caprichos; este darse a ellos lleva consigo más sacrificio, más desprendimiento, pero produce un impacto más profundo, porque a través de esa donación de los padres perciben los hijos su verdadero amor.

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