Ya puedes hacerte con el libro de fundamentos de la Educación Sensible

Los avances científicos (Acebedo, 2021) están mostrando la importancia de la sensibilidad en la educación. El libro «Educación sensible: Marco pedagógico y espíritu educativo», ofrece una base pedagógica y antropológica que trata de evitar reducir la sensibilidad a meros “impulsos psicobiológicos”. La sensibilidad humana va más allá. Además de captar los estímulos del mundo y empatizar con los demás, la sensibilidad personal permite captar la propia originalidad irrepetible, que es uno mismo, resultando la motivación más radical que mueve a la persona a desarrollarse de una forma original y plena. Esta es la aportación fundamental de la educación sensible; ayudar a gestionar la sensibilidad con la que convivir la existencia desde la novedad radical que es cada persona como ser original.

La persona queda insatisfecha, incluso dañada, cuando busca metas en la vida por influencia de otros o por sentimientos de la propia mente que desatienden a la sensibilidad personal. La sensibilidad abierta de la persona anhela desplegar su propia originalidad y cuando se hace otra cosa, la persona se decepciona: “no es esto”, “falta algo”.

Y sin aceptar la originalidad de sí, la persona se revela o se resigna, pero ambas actitudes conducen al bucle de “no es esto”, “falta algo”. La educación sensible es el camino pedagógico de la aceptación del propio ser para desarrollarlo en toda su originalidad.

Por tanto, “educación sensible” no hace referencia a una especie de pedagogía sensible, y menos a algo sensiblero o sentimental. Con educación sensible se reivindica la Educación tal cual; en mayúscula y sin adjetivos, entendida como ayuda al desarrollo de la originalidad exclusiva de cada persona que se autorrealiza en coexistencia con su origen, las demás personas y el cosmos.

Efectivamente, referirse a “educación sensible” es una redundancia, pero hoy resulta necesario abundar en esta dimensión por la deriva de la educación contemporánea que, con frecuencia, se muestra desconectada de la originalidad de cada persona, insensible al sentido exclusivo de su ser y de su coexistir con las demás en el cosmos.

Existe un comportamiento malo y contagioso, generalizado en nuestra civilización al que se le podría llamar «hiperactividad por déficit de atención a lo original». Cuando uno no es consciente de ello es que está dentro de esta alteración, que como educadores ofrecemos a los niños, que van y a su vez la copian, imitando para ser aceptados, con temor a no ser aceptados desde su originalidad.

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Para tener éxito en el “sistema educativo del mundo global” y sacar buenas notas, se requiere conformidad, pero para tener una vida lograda se exige el despliegue de la propia originalidad. Dar prioridad a lo original no está reñido con triunfar en la escuela, al contrario, desde la originalidad será más exitoso, de verdad, el paso por la escuela y por la vida en general.

Hay una educación grosera que educa para un éxito relativo a lo social pero la educación sensible educa para el éxito absoluto que supone desplegar la originalidad de sí, que a su vez, será el modo más exitoso de habitar en la sociedad, aunque no complazca a muchos, aunque sea a contracorriente

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Describió Heráclito que el Cosmos es como un río en continuo devenir y añadió Stein (2007, p, 289) que “todo lo que deviene debe recibir su origen de lo que es inmutable, y ser mantenido por él”. En la metáfora de Heráclito ese origen se puede simbolizar con la fuente de la que emana el río.

Ser inmutable es ser en acto mientras que el ser mutable está entre el ser actual y el potencial. Sea como fuere, el cosmos es deveniente (cambiante) y no puede darse la existencia a sí mismo. Es metafísicamente necesaria la consideración de un origen como ser en acto que confiere el ser cambiante a lo que deviene.

Mucho se ha estudiado y escrito sobre qué o quién es el origen, pero no se ha encontrado una explicación científica que pueda demostrar ni refutar la existencia de un determinado primer origen. Lo que sí se puede mostrar es que, el origen es necesario que sea en acto perpetuo para que pueda existir todo lo existente (Sellés, 2006, p.80).

El devenir del cosmos es una continua manifestación de originalidad cósmica que se genera de forma necesaria (Necesidad. Cualidad propia de aquello que no puede no ser ni ser de otra manera) por las leyes de la naturaleza.

En los seres inorgánicos, la originalidad se presenta al instante de forma plena. Por ejemplo, una piedra como ser inorgánico, manifiesta plenamente su originalidad a cada instante porque no se autoconfigura, es decir, no cuenta con una tendencia interior a plenificar su originalidad; es original de forma plena a cada instante.

Los seres orgánicos no mentales ni personales, son también originales, pero para manifestar su originalidad de forma plena se autoconfiguran, en la medida que se lo permita el ambiente. Por ejemplo, un naranjo que germina con potencial fecundo, si se dan las condiciones ambientales, dará naranjas, que ya eran de forma potencial en la semilla.

En los seres vivos se aprecia un grado más complejo de originalidad con respecto a los seres inertes. En los vivientes existe un “origen originado” en el tiempo. Este origen de las especies tiene poder de originar nuevos seres, es decir, se reproduce y así evoluciona esa determinada variedad de vivientes. La generación va más allá de los principios de la física y la química, entrando en juego otros principios como los de la biología.

En los seres vivos que cuentan con mente se añaden nuevos principios, los de la psicología. Los animales no sólo viven; además vivencian, y esto les pone en otro grado de complejidad de la originalidad que se desarrolla de forma instintiva. Esta originalidad más compleja les permite cambiar como individuos por el aprendizaje, pero no requieren de educación para ser originales, su aprendizaje es instintivo (Martínez-Domínguez, 2013, p.13).

En los seres que vivencian de forma no instintiva (los seres humanos) se requiere de la educación para que puedan autoconfigurarse con originalidad. Para ello cuentan con la sensibilidad apertural con la que la persona puede captar su propia originalidad y desplegarla de forma más o menos auténtica y más o menos plena.

Ontológicamente, no se puede dejar de ser original; con la mente uno puede incluso hasta negarlo, pero se acepte o se niegue, la originalidad está ahí. Si la sensibilidad es baja o está neutralizada de algún modo, para que no traiga nada al estado de conciencia, la persona puede vivir con bienestar subjetivo mientras pueda mantener las condiciones ambientales y personales que le hacen estar bien. Aun así, de un modo u otro, tarde o temprano, el dolor toca a la puerta de todas las personas y, además, esas personas en su bienestar insensible, es muy probable que estén dañando a otras personas, sin intención de hacerlo, tal vez, pero como medio necesario para garantizar su bienestar no original y con eso, u otras razones, la mente puede justificar hasta los crímenes más atroces.

Esto, en el caso de que la persona sea insensible, pero si la sensibilidad es alta, la originalidad clama de forma tan envolvente que la mente no puede “mirar hacia otro lado”. Mientras el “yo” no acepte la propia originalidad, no podrá estar bien ni en las condiciones más favorables.

Tal vez, la persona quiera aceptar su originalidad, incluso tiene la impresión mental de que lo está haciendo; acepta y se entrega al origen, pero la consecuencia es daño. ¿Cómo es posible? Es posible porque en realidad no hay una aceptación de la originalidad, es decir, la persona no acepta su originalidad tal y como es, sino que trata de querer una originalidad tal y como la piensa. Y por mucho que se intente negar es una realidad que sólo cabe aceptar o no, y desde esa primera actitud vital, la persona de autoconfigura.

La captación de la originalidad ocurre más allá del límite mental, donde la persona coexiste, pero es en la mente y en los actos del cuerpo dónde se manifiesta. Y puede ocurrir que las manifestaciones que se interpretan como originales, en realidad no proceden del origen, sino de otra fuente que los ha revestido con sensación de originalidad. O quizás una mezcla de todo, como una captación adulterada o con interferencias.

Cuando la captación es plena, se acepta y se realiza, la consecuencia es paz y gozo, aun en las circunstancias más tremendas.  

Esto es así porque el origen es amor. A lo largo de la historia y en todas las culturas existe coincidencia en que el origen de lo existente es amor que se da y origina. Y por todos es compartido, que el mejor modo de convivir entre las personas es con amor. Si no se logra habrá que considerar la capacidad limitada de las personas para amar con originalidad: la libertad que elije bienes no auténticos, las carencias de la naturaleza humana para manifestar a la persona, los engaños a la sabiduría, el desorden de los amores que nos daña de forma personal; más allá del cuerpo y de la mente: un daño intrapersonal e interpersonal.

Aquí radica la importancia de la educación sensible, que no es una solución absoluta, pues siempre existirá la libertad y el mal en el mundo, pero es la aproximación más rápida hacia una civilización que habite el planeta con “amor maduro”, un amor de benevolencia que trae como consecuencia la felicidad en la persona y la favorece en quienes coexistentes con ésta (Spaemann,1991).

Si el origen es amor, todo lo originado es un amor nuevo que se da como una buena noticia al mundo. La paz motivada por el origen de la persona sobrepasa todo motivo que la mente pueda construir para quitar la paz.

La raíz del sufrimiento existencial no está en la originalidad de la persona sino en las heridas íntimas que han distorsionado la propia visión de su origen y no le permiten aceptarse a sí mismas, tal vez porque no se termina de captar bien. Es como si la sensibilidad estuviera rota.

Con la sensibilidad así, una solución común es la de medicar para que la persona deje de sentir sufrimiento, pero por esa vía, tal vez se deje de sufrir, pero también se deja de captar la motivación original. Así la persona no está creciendo desde su originalidad y aunque no duela por el narcótico, está dañándose por dentro, y en el momento en que la sensibilidad abierta se vuelva a activar, el desgarro existencial puede presentar dimensiones «tsunámicas».

Cuando se manifiestan depresión o ansiedad como trastornos del cuerpo-mente, la medicación es un remedio conveniente. Si esa depresión o ansiedad es consecuencia de una herida en la sensibilidad personal, por un apego inseguro, por ejemplo, la solución fundamental tendrá que ser la educación sensible. Tal vez convenga medicar provisionalmente para neutralizar el sufrimiento, pero sabiendo que esa neutralización del sufrimiento no es la sanación, y el cambiar de hábitos mentales, tampoco será definitivo si alejan a la persona de su originalidad.

Desde esta óptica, parece lógico requerir que los médicos y educadores cuenten con una formación suficiente en educación sensible.

Por ejemplo, si se etiqueta a una persona como “sensible a la depresión o a la ansiedad”, puede ocurrir que su “nosotros-íntimo”, su familia, sus amigos, etc., le protejan, le eviten retos que le puedan “angustiar” y eso, para la persona sobreprotegida puede ser motivo de desasosiego, con medicación y todo. Así los hechos, no habría que verlo como meros síntomas clínicos, sino como mensajes de la originalidad, que tal vez, esté pidiendo otra cosa.

Aquí es cuando la persona, con el paso de los años va entrando en una rueda de tratamientos clínicos, terapéuticos, alternativos y pueden darse mejoras, pero sin educación sensible, no habrá sanación auténtica,

Sin educación sensible no se termina de pasar de vida basada en el déficit a la vida de crecimiento creador y lo que es peor, no habrá liberación del mal que se ha instalado en el daño, que aunque se oculte en los entrenamientos del comportamientos, hace ver el mundo torcido, con resentimiento y llenándose la mente con intuiciones envenenadas e ideas falsas.

Sin la sensibilidad sanada, la persona no sabrá el modo de autoconfigurar la originalidad que anhela.

Cuando la autoconfiguración es auténtica la consecuencia es gozo, lo que desde la psicología positiva denominan una felicidad llena de sentido (Peterson, Park y Seligman, 2005).

Cuando la autoconfiguración no atiende a la propia originalidad se produce un daño. Daño que no es sólo en el cuerpo, como las plantas, ni sólo en el cuerpo-mente, como los animales.

Los humanos que no se despliegan de forma original, además de los daños corporales y mentales, pueden padecer heridas aperturales como la angustia, el sufrimiento, la soledad, la frustración o el vacío existencia, que, a su vez, puede manifestarse en el cuerpo y en la mente como exteriorizaciones de ese daño íntimo, que a veces permanece inconsciente. A estos daños de fondo, Polo le viene a llamar desfondamiento y es una de las consecuencias más graves de no recibir una educación sensible (Polo, 2016, p.530).

En los seres no orgánicos se dan dos factores en su originalidad: el factor material-inerte y el factor ambiental. En los seres vivos no personales, también se conjugan dos factores: el material-genético y el ambiental.

Sin embargo, en la persona, para que pueda desarrollarse el potencial que se encuentra en la propia originalidad deben conjugarse tres factores: el personal, el ambiental y el “tercer factor”, que es la autonomía de la propia persona para autodeterminarse hacia lo original (Dabrowski, 1967, p.39).

Este libro encuentra su pertinencia por el momento histórico-pedagógico que vivimos, que invita de forma mayoritaria a una educación no sensible: sentimentalista, racionalista y voluntarista.

Desde estas perspectivas, cuando la persona sufre no se piensa en un problema en su educación desde el origen; lo habitual será llevarla al médico, al psicólogo o incluso se busquen soluciones de sanación alternativas.

La medicina, en el caso de que sea un problema de autoeducación desde el origen, podrá aliviar los síntomas, pero no dispone de los recursos para sanar el espíritu. Algunas corrientes psicológicas si que se adentran como la psicología humanista o la profunda, pero sin contar con la originalidad, como mucho ayudar a la persona para que sepa construirse un refugio en el que no sufrir y tratar de disfrutar de la vida. Desde otra perspectiva, las terapias alternativas también pueden aportar refugios en los que vivir felices en la apariencia, pero si la persona es altamente sensible, esos refugios nunca serán suficientes porque su sensibilidad le conecta con su propia originalidad que anhela desplegarse en su ser para vivir con el auténtico gozo, aunque de momento, la persona lo esté viviendo como dolor, por una mala gestión de su sensibilidad y por los hábitos negativos que ha ido desarrollando para subsistir.

Todas las aspiraciones personales a las que puede tener una persona, por muy sublime que sean, pueden ser meros refugios existenciales si no son la respuesta al anhelo original de la propia originalidad: la excelencia, el éxito, la sostenibilidad, una determinada identidad, ciertas virtudes, la paz, la felicidad, la santidad, la plenitud, cierta religiosidad, determinada espiritualidad, empeño por la democracia, afán por imponer la vivencia de determinadas teorías sociológicas, filosóficas, políticas, económicas… Modos de entender la antropología, la libertad, el amor, incluso la autenticidad misma como categoría a la que se aspira, cuando sólo son eso: categorías y dejan de ser originales para persona, se convierten en un refugio que lastra la auténtica plenificación por el amor original.

No es algo que se diga en este libro como una teoría, sino que es una vivencia fenomenológica que cada persona capta en la medida que es refugio u hogar interior. Esto requiere ser honrado con uno mismo y valiente para enfrentarse a las propias miserias personales.

Antes de plantear las hipótesis, hay que comentar que este libro pierde mucho si se lee con la mera razón y experiencia personal. Conviene que el lector se atreva a abandonar su límite mental y “lea de corazón”, tratando de llevar a su conciencia lo que capte con su sensibilidad abierta y así, responder con acierto pleno al reto que le plantea su existencia. Como dijo Pascal: “el corazón tiene razones que la razón no entiende”.

Este estudio parte de las siguientes hipótesis

1º. hipótesis: los seres personales, para desplegar la propia originalidad, requieren aprender a gestionar su propia sensibilidad personal y esto se logra con la educación sensible.
2º. Hipótesis: por muy competentes que sean los individuos, si falta educación en la sensibilidad personal para captar la propia novedad radical de sí mismo, uno queda analfabeto de lo original. Uno queda como atrapado en una especie de ficción a la que cuesta encontrarle un sentido.
3º. Hipótesis: la educación sensible no es un invento arbitrario ni un producto de moda pedagógica, sino el descubrimiento de un fenómeno al que se pone una denominación para tratar de mostrarlo con rigor científico. Es decir, no podemos “demostrar” empíricamente que la educación sensible es una urgente, pero sí lo podemos mostrar con fundamento.
4º. Hipótesis: la educación sensible capacita a la persona para gestionar su propia originalidad según los principios de su origen, que son los originales.
5º. Hipótesis: la sensibilidad humana va más allá de la sensibilidad de los cuerpos vivos sin mente (vegetales), va más allá de los cuerpos vivos con mente, (animales) y también va más allá de los cuerpos mecánicos con sensibilidad (máquinas). Acoge la sensibilidad corporal y la sensibilidad mental, pero la sensibilidad personal transciende su propio cuerpo-mente con una sensibilidad apertural.
6º. Hipótesis: la persona es un “yo” y un “nosotros” desde el origen, formando un “nosotros-original” con el origen con quien se habita mutuamente. Este “yo”, que es “nosotros-original”, forma a su vez “nosotros” con otros “yoes” que, al mismo tiempo, son un “nosotros-original” con su origen.
7º. Hipótesis: el “yo” se autorrealiza en la entrega sensible de sí al “tú” formando un “nosotros-maduro” donde el “yo” se hace más sí mismo si es entrega original.
8º. Hipótesis: si la educación de la sensibilidad personal se intelectualiza, sentimentaliza o voluntariza, paradójicamente, no deja espacio a la auténtica sensibilidad personal abierta. Así educada, la persona no está dispuesta para captar sus principios originales, sino que es adiestrado para razonarlos, sentirlos o quererlos, pero no para vivirlos según su manera original de ser.
9º. Hipótesis: la educación sensible es la solución real a todos los daños existenciales ocasionados de un modo u otro por imposición, por no reconocer o por no aceptar la propia originalidad.
10º. Hipótesis: la cosmovisión que permite desarrollar la educación sensible es el habitacionismo. Cuando la persona asume el rol de hacerse origen de sí mismo, a eso se le ha venido a llamar constructivismo, más o menos radical.
11º. Hipótesis: toda persona ha nacido para la apoteosis y por tanto, es el fin último de la educación sensible: la apoteosis original.
12º. Hipótesis: los principios pedagógicos de la educación sensible pueden aplicarse desde cualquier pensamiento pedagógico y acción educativa, siempre que atienda a la originalidad de la persona.

Estructura del libro

Este libro no desarrolla una metodología pedagógica concreta de educación sensible, sino que indica los elementos esenciales que debe contemplar toda acción de educación sensible. Toda concreción práctica que aparece en el libro se presenta con carácter orientativo o ilustrativo.

La educación sensible no es una nueva pedagogía, sino una nueva manera de vivir las pedagogías existentes en cada momento y lugar, para atender a la persona en su originalidad y desarrollar comunidades maduras en sus relaciones personales de interdependencia.

Desde la esencialidad, el libro se divide en dos partes fundamentales: los fundamentos de la educación sensible y sus principios pedagógicos.

Para poner la base se acude a ciertos autores de prestigio como Stein, Polo, Scheler, Heidegger, Jung, Dabrowski o Künkel, que son pilares claves para apuntalar la descripción de la educación sensible.

También se cuentan con los actuales científicos de la sensibilidad, Aron, Pluess, Acebedo, etc., que han desarrollado sus teorías con fundamento en la ciencia empírica. Con todo, son tomados sus datos, pero no así sus teorías, que podrían ser fuente de ideologización pedagógica de la sensibilidad por insuficiencia antropológica; lo que sería la antítesis de la educación sensible.

En la fundamentación, además del apoyo en autores de prestigio, se aportan conceptos propios e innovadores de la educación sensible, en particular: el habitacionismo como mentalidad pedagógica; el educador sensible y sus rasgos determinantes; el “hogar interior” como principio de la educación y  la “apoteosis” como fin, que vienen a ser como dos caras de una misma moneda; el “nosotros-sensible” como ámbito educativo óptimo; y los tres factores del potencial de desarrollo como contenido educativo que deben ser la manifestación de la originalidad absoluta de la persona.

Seguidamente se explican las carencias y errores que se aprecian en la educación no sensible y que motivan la necesidad de subrayar el rasgo de “sensible” para practicar lo que aquí se considera como “la auténtica educación”. No obstante, esto será una especie de síntesis, pues se ha preferido ir sembrando el libro de referencias a lo que es educación no sensible, como contraposición a lo que se va explicando los rasgos de la educación sensible

En la segunda parte, se describen los principios pedagógicos esenciales comunes a toda práctica de educación sensible, pero como es de suponer, en un libro sobre educación sensible, no se pueden buscar estructuras educativas cerradas o recetas pedagógicas categoriales.

La educación sensible es una forma de vivir la educación, original a cada instante, creadora de originalidad por su forma de ser, con infinidad de formas diferentes y a la vez, igualmente sensibles.

Así que el lector, con las pistas que aquí se ofrecen, tendrá que habitar la educación sensible a su manera y ser educación sensible para su “nosotros” con originalidad.

La educación sensible no es una cuestión de técnicas, métodos, estrategias o culturas pedagógicas, pero a su vez, no se puede educar con sensibilidad sin dominar las ciencias de la educación.

Índice del libro

INTRODUCCIÓN 10
Este estudio parte de las siguientes hipótesis 19
Estructura del libro 30
Aviso importante 32
Empecemos por reivindicar la ciencia sensible 33

  1. FUNDAMENTO DE LA EDUCACIÓN SENSIBLE 36
    1.1. Tridimensionalidad de la sensibilidad humana 46
    1.2. La sensibilidad abierta 51
    1.2.1. Estudios de lo tangible de la sensibilidad abierta 61
    1.2.2. Lo intangible de la sensibilidad abierta 72
    1.2.3. La sensibilidad prioritaria: corporal, mental o apertural 82
    1.3. La antropología del “nosotros-sensible” 89
    1.3.1. El “nosotros-sensible” explicado desde la escuela de Viena 98
    1.3.2. El “nosotros-sensible” explicado por los fenomenólogos 104
    1.4. El potencial de desarrollo del “yo” en el “nosotros” 106
    1.4.1. Aprendizaje de cualidades personales 107
    1.4.2. La Inteligencia Sensible como factor heredado 109
    1.4.3. El nosotros y el entorno como factor ambiental 111
    1.4.4. El “tercer factor” como autodestinación de la persona 112
    1.5. Cosmovisión original desde cualquier paradigma educativo 120
    1.5.1. La cosmovisión original es objetiva y subjetiva a la vez 128
    1.5.2. La fenomenología del origen: clave para aprehender la educación sensible 131
    1.5.3. La conciencia como origen de la cosmovisión 133
    1.6. Teleología de la educación sensible 136
    1.6.1. Salir de los refugios y habitar el “hogar interior” 137
    1.6.2. Aceptar la apoteosis auténtica 153
    1.6.3. Vivencia del “hogar interior” y de la “apoteosis” original: visión interior positiva 167
    1.7. Filosofía de la educación sensible 173
    1.7.1. Lo que sí es la educación sensible 174
    1.7.2. Lo que no es educación sensible 180
  2. PRINCIPIOS PEDAGOGÍA DE LA EDUCACIÓN SENSIBLE 182
    2.1. La acción educativa sensible 189
    2.1.1. Regenerativa de la originalidad personal 189
    2.1.2. Acción destructiva de lo desfasado, opresivo o injusto 196
    2.1.3. Acción desarrollante del potencial del ser-con 200
    2.2. Principios didácticos de la educación sensible 204
    2.2.1. El maestro sensible como primer recurso didáctico 207
    2.2.2. Comunidad de aprendizaje sensible 208
    2.2.3. Las condiciones para la educación sensible 218
    2.2.4. El silencio creador como recurso didáctico 220
    3.2.5. El trabajo como recurso para salir de la confusión y encontrarse con el origen 220
    2.2.6. El juego para vivir la apariencia con originalidad 224
    2.2.7. El propio aprendiz como recurso didáctico 225
    2.2.8. El símbolo como recurso didáctico 228
    2.2.9. Estilo sensible de educación 228
    2.2.9. La amistad pedagógica 230
    2.2.10. Diseño curricular sensible 233
    2.3. La orientación educativa sensible 235
    2.4. Organización de la educación sensible 239
  3. CONCLUSIONES 242
  4. BIBLIOGRAFÍA 244

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